De piratas, bucaneros y corsarios, mañana a…

[Anónimo]

A las 9:00 en “El Llevant” de Platja d’Aro para después del cortado salir zumbando en dirección a Cadaqués (no se si quedan hipys).
Yo estaré hasta las 9:15, si alguien se presenta seremos más de uno, si nó, iré solo con mi mejor amigo.Amador2008-06-28 22:01:06

[Anónimo]

A las 15:40 horas, pasados ya veintinueve días del septimo mes del año ocho del presnte siglo, y después de un buén plato de espaguetis a la marinera, una porción de dulce melón y un buén café.
A las 9:10 horas dejaba sobre el mostrador el euro con veinte, una taza vacía y el celofán de un paquete de Winston recién abierto, y salía de Platja d’Aro por el Norte siguiendo la costa y a la espera de vislumbrar el macizo del Motgrí, para tomarlo como referéncia, e ir dejándolo por la derecha para acercarme hacía la villa de Roses.
Con el “Bisbe mort” a mi espalda y Roses al frente traslucho fuerte a babor en el desvío hacia Cadaqués.
Después de una relativamente larga recta empieza el festival de trasluchadas contínuas que simulan un violento y fluido tango. En la caja de resonáncia cerebral hoy se epite cadeciosamente una estrofa; “Volverrrrrrr con la frente marchita, la nieves del tiempo………..
Nada más.
Cadaqués a las 10:45, una silla de metal y plàstico, en la terraza del chiringuito del paseo, por la parte de atrás -la que no da al mar-, no quiero perder de vista la moto, aguanta valiente mi persona.
“El Periódico”, una copa de rosado “de la casa”, un bocata de anchoas, un cenicero y el móvil descansan sobre la mesa, más que descansar me ofrecen lo que necesito. Finalmente un cortado cierra el “tentenpié” y mi píloro se cierra definitivamente por un rato. Un cigarro mientras cruzo la calle y arranco el motoral tiempo queme pongo casco y guantes.
Las 11:45 y el Cap de Creus en el punto de mira, a un tiro de piedra. Me acaba de abandonar mi único acompañante, suele pasarme, sobre todo en veramo, que más o menos a esta hora, mi sombra, que con precisión suiza marcha conmigo a la misma velocidad que yo, desaparece. Y así es que habiendo salido en compañía, llego a Cap de Creus solo.
Aparco en la esplanada del faro, al lado de tres motos de matícula alemana y genes japoneses -¿porqué estos alemanes van a buscar al Japón lo que tienen al lado de casa?.
Me siento en la terraza del bareto al lado de los alemanes, como no sé alemán no tendré la tentación de distraerme con su conversación, saludo y me responden casi con desgana, peor para ellos -tres parejas de mediana edad- (yo llamo mediana edad a la mia).
Ya con un “Campari” con mucho hielo en la mano y los piés (como pesan hoy las botas), apoyados en otra silla, al amparo de una blanca y generosa sombrilla y ajeno a los ocupantes de la otra mesa, dejo ir la vista, y con ella la mente, a buscar y reseguir la circular línia del horizonte y a dejarme mecer mentalmente por lo que veo entre esta y el espacio que yo ocupo.
Cortos y sabrosos sorbos de “Campari” lubrican mi predisposición a dejar pasar el tiempo físico mientras el cerebro se emborracha con los impactos que la vista le proporciona.
Varias embarcaciones, de esas que inutilmente y de manera prepotente y pretenciosa pretenden dejar su huella en el azul, dibujan efímeros caminos en el agua.
Vaya mierda de navegantes. Siempe he creido, he sabido, que navegar no es quemar petróleo haciento que un metático tornillo lacere el líquido elemento para impulsarse a su través burda y violentamente. Navegar es como bailar con la moto; sentir el viento, unirse a el, escuchar el flambeo que provoca sobre el velamen, y cambiar de bordo grácilmente, con total solución de continuidad. Y sin dejar rastro, sin estelas con vocación de permanéncia, sin violentos pantocazos, sin final de trayecto, fluyendo, como la vida.
No se si se debe al “Campari”, pero casi siento el agua de allí en medio acariciarme la piel.
En fin, miro a mi derecha y descubro una especie de alfombra verde agarrada a las rocosas montañas, estirada sobre ellas, con miedo o incapacidad por apuntar al cielo, como si su vida dependiera del íntimo contacto con lo mineral. Son todo arbustos bajos, de reseco y retorcito tronco, supervivientes heróicos entrenados para vivir donde no se puede vivir.
A mi alrrededor inmediato, una mochila de material sintético de nombre “Quetchua”, sobre la espalda de aquel tipo con chanclas de goma, una musiquilla metálica estridente y repetitiva;… dime, dime… Oyes, que guapo y tal, esto es muy guapo, tía…
Vuelve a mi encuentro mi sombra, son las 12:20 horas y decidimos regresar.
Con tres euros menos en el bolsillo del pantalón cierro la cremallera, me acabo de ajustar los guantes y me dispongo a reanudar el camino desandando lo andado.
No ha venido nadie, pero no he estado solo.Amador2008-06-29 22:40:39

[Anónimo]

Me ha gustado tu relato, muy bien.

Aveces, incluso, me apetece salir solo.

[Anónimo]

quote Amador:

No ha venino nadie, pero no he estado solo.

Amador, que grande eres, pequeño.

[Anónimo]

quote paco casas:

[Amador, que grande eres, pequeño.

Uno setenta, Pako, uno setenta, y aguantando lo que se pueda.

[Autor]

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