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  • Este debate tiene 4 respuestas, 2 mensajes y ha sido actualizado por última vez el hace 15 años, 4 meses por Anónimo.
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    Anónimo
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    CRONICA ININTERUPTA DE UNA SALIDA CORTA

    El Sol ya acaricia con sus fogonazos más avanzados el cenit del día de hoy, y yo empiezo ahora a tomar conciencia de que Calderón de la Barca era un mentiroso. La vida no solo es sueño, hay que levantarse cada día. O casi.

    Acuso, pese a las ocho o nueve horas que han transcurrido desde que abandoné la verticalidad corporal, una sensación conocida -casi familiar- que instalada en mí zona lumbar me recuerda que tengo espalda y hace que me mueva con cautela. No vaya a ser que se despierte la bestia.

    Tenía previsto continuar con las tareas de “mantenimiento” de los objetos y estructuras de madera que están en casa – sillas y mesas de jardín, vallas, pasamanos…, pero ante el “esquelético”, ¿o es muscular?, aviso, decido darme fiesta.

    Iré a buscar el periódico y lo leeré sentado tranquilamente en alguna terraza.

    Me doy una ducha, tomo un café (de esos que anuncia por la tele un glamoroso personaje de Holywood), y me visto como para ir a la playa; sandalias (sin calcetines), pantalón de algodón, estilo oriental, y camiseta de propaganda.

    Compruebo que la herida de Despertaferro no ha ido a más, -anoche había un pequeño charco de líquido rojizo al pié de su rueda- y que el hecho de tener dañado un retén en la barra derecha de la horquilla delantera no la ha desangrado por completo. Creo que podrá soportar la salida “Last minute in five minute”.

    Me coloco el ligero casco abierto de colorines que uso en desplazamientos de corto alcance, tomo el móvil, el billetero y las llaves y me dispongo a darme el paseo del día en moto.

    Supero la rampa y el desnivel del bordillo en la salida de casa sin más problema y encaro el brusco desnivel de la calle, lanzándome casi al vacío en un vertiginoso y rutinario descenso. Abrirse a la derecha para girar a la izquierda, sin dejar de vigilar, preferentemente, la derecha. Ceñirse a la derecha para girar, vigilando la izquierda sin abrirse, ochenta metros más y girar a la izquierda poniendo especial cuidado en controlar los que eventualmente llegan por la derecha.

    Ya está, estoy en el “espacio exterior”, ahora puedo “roscar” un poco más, he salido de la “urbanización” y piso la carretera de Romanyà en dirección a la bola de Klong. Solo la temperatura del aceite, un Aixam azul especialmente lento y la falta de espacios sin pintura en la raya central de la carretera, impiden que le de más al mango.

    Paso sin pena ni gloria -no como otras veces- las cinco curvas y las dos rotondas y enfilo la recta de Sant Antoni, donde me dedico a ir sorteando toda suerte (redundancia válida y sobre todo real) de tullidos -no se si mentales o físicos- que encerrados en sus cajitas (o cajones, según poder adquisitivo o ganas de ostentación) rodantes se deslizan cansinamente mientras ignorantes de todo lo que ocurre en el exterior, van a su bola, corriendo, parando o girando en anárquica y lenta carrera hacia el “súper”, la playa, o el quiosco de prensa (como yo).

    Sorteando a unos, diblando otros y sufriéndolos a todos consigo llegar a la librería para intentar hacerme con un ejemplar de “El Periódico” de color azul (cosa paradójica dadas mis preferencias).

    Aparco, dejo el “jet” trialero sobre el asiento, y entro…

    Entre dieciocho y veinte ojos hacen presa en mí. Están ordenados de más cercanos a más lejanos, y agrupados de dos en dos, y pertenecen a las personas que aguardan pacientemente su turno mientras un cogote unido a una persona con shorts, calcetines amarillos y sandalias, mantiene secuestrado en exclusiva al vendedor que impotente repite una y otra vez;

    Only touch. Not insert. Only touch. Not insert.

    El propietario del cogote y los calcetines amarillos, incrédulo y blandiendo en la mano izquierda una tarjeta de plástico, balbucea sincopadamente;

    Only touch?

    Not Insert?…, yes?

    El ejemplar ya está entre mis manos, lo he tomado del estante bajo en que están depositados, y por momentos me asalta la idea de largarme y volver mañana a pagarlo, pero me conocen lo justo y a lo mejor alguien piensa que pretendo irme sin pagar. De modo que aguanto unos siete u ocho minutos, hasta que me toca. Deposito dos monedas de euro y una de veinte céntimos sobre el vidrio del mostrador y salgo, feliz de acabar exitosamente con la tontería del trámite de comprar la prensa.
    Dentro, a un lado del mostrador e intentando captar de nuevo la atención del vendedor, un cogote enfundado en unos calcetines amarillos y subido a una sandalias parece haberse propuesto acabar allí sus vacaciones.

    Ahora mientras Despertaferro me lleva de nuevo hacia Klong en busca de una mesa y una silla en la terraza del Centre donde leer con tranquilidad mí “presa”, y seguramente relajado en exceso después del esfuerzo consumista que ha representado comprar el diario a toda costa, me asalta una visión irreal de la realidad:

    Parece que estoy en las calles de Los Ángeles en el 2.019, pero no es el mes de noviembre, estamos en julio y en lugar del olor de fritanga de los chiringuitos chinos lo que llega hasta mi nariz es el aroma característico de los pollos a l’ast alimentados con anabolizantes de a 6 euros medio, mezclado con los pastosos efluvios corporales de quien se ha rebozado el cuerpo con “Nivéa” antes de salir de casa, y se pone a sudar como un gorrino antes de llegar a la playa. La calle está llena de replicantes de toda edad y condición, que vestidos al estilo post-cyberpunk y llegados desde todas las “colonias exteriores”, especialmente desde las más horteras, nos invaden.

    Así, desde encima de la moto y en movimiento, no soy capaz de determinar de que “tipo” son todos estos replicantes, pero lo que es seguro es que no existe ningún “nexus” entre yo y ellos.

    Volvemos, Despertaferro y yo, a inserirnos en “la recta” (espacio larguiforme, de unos dos mil metros de longitud, tapizado de engrudo bitumino-naftalítico ya seco y ex-orlado de árboles que unos políticos tontos e imbéciles cortaron) y que se encarga de unir por tierra, Sant Antoni con Calonge.

    Y finalmente, ya en la plaza Mayor, me siento en la terraza del Centre y sin esperar a que se den cuenta de mi llegada, abro el periódico por la primera página sin detenerme a en los titulares de la portada.

    Me otorgo treinta minutos, de modo que debo espabilarme y repasar solo lo que a primera vista parezca más interesante.

    Obama, un pijo americano de color negro visita el continente de sus ancestros; Que sea negro, que sea pijo, que sea americano, que visite el continente de donde salieron encadenados y con la categoría social de “bestias de trabajo” sus ancestros, pero sobre todo que sea el presidente de EEUU es una cosa ciertamente significativa e importante, impensable solo un lustro atrás.

    La chica se acerca a la mesa y me pregunta que deseo:

    -Un Campari con hielo y unas chips normales.

    Desaparece en el interior del local y me trae una bolsa de chips, volviendo a desaparecer. Continúo con la lectura al tiempo que intento abrir la bolsa de las chips.

    ERC jugando al sí y al no, para salvar la cara en el asunto del “finançament”, la derechona haciendo, como siempre, de policía bueno defensor de los desvalidos, y los nacionalistas acomodados haciendo de oposición de ellos mismos cuando eran gobierno. Un cuadro épico.

    El presidente de un organismo curioso, La Cámara de Comercio, que cobra de todos, y solo sirve a unos pocos, también tiene opinión. Curioso, pensaba que solo se dedicaban a cobrar y mantener costosos edificios, y resulta que hasta tienen opinión, Ole tus…, Valls.

    La chica aparece de nuevo con un vaso de tubo en el que hay dos cubitos teñidos de rosa

    -Ponme un poco más de Campari, si quitas los cubitos podrás ver que los pobres están solos dentro del vaso.

    Me mira con expresión de complicidad, y vuelve a desaparecer llevándose el vaso con los cubitos de color.

    La Rita, se ve forzada, según Joan Tapia, a mostrar su cara más verdadera, la de la estupidez. No le deben gustar a la Rita las anchoas. Digo yo.

    Sacyr, ¿os acordáis?, si los de Vallehermoso, van a participar en la ampliación del Canal de Panamá, si aquel que diseñara Lesseps. ¿A quién han untado?

    Vuelve la camarera, esta vez en la bandeja trae un vaso, también de tubo con una pajita y lleno hasta arriba de un líquido rojizo.

    -Aquí tiene, un Campari con selz

    La miro condescendiente, sonrío y le suelto:

    -Perdona, era un Campari “sol” SOLO, con hielo, pero solo.

    Al Torquemada de nuestros días le crecen los enanos; los obispos vascos le desafían y homenajean a 14 de los suyos fusilados por el franquismo. Anda que no era facha Franco.

    Otros se van a la china a ver, o mejor a no ver el eclipse más largo del siglo. Alguna gracia le deben encontrar. Supongo.

    Arrestados ocho narcos de una misma familia. Hay que ponerse al día. Sí señor; La familia que trafica unida, permanece unida. Incluso en la cárcel.

    Finalmente vuelve con un Campari tal y como lo he pedido; con hielo, con vaso y sobre todo con Campari.

    -Gracias, no se que haría sin ti. Acabo por decirle..

    Espectacular foto la de la página 36. Entre todo esa mierda que pescan en el litoral Barcelonés a veces hay algún pescado que alguien se comerá. Espero no ser yo.

    La que tienen montada en china los han y los uigurs. Aquí también sabemos algo de esas cosas; no son han ni uigurs son indios y americanos.

    Interesantísima la entrevista a André Glucksmann. A mí me resulta mucho más atractivo lo que dice este filósofo de nuestros días, que todos los discursos del Paquito de los trajes, por muy gracioso y simpático que el Paquito sea.

    Me salto un montón de cosas, pero no me puedo sustraer al hecho de que Alonso ya tontee con Ferrari y pueda acabar en un futuro próximo como piloto de la marca, para entonces el Ecclestone igual ya ha perdido la vergüenza y se pasea por el pit-lane vestido con el uniforme de las Schutzstaffeln. Vaya fauna.

    A falta de diez minutos para la una recojo todos los papeles, folletos, suplementos, cartillas, puntos, publicidad, pongo encima de la abultada pila las cuatros hojas de que consta el periódico, dejo tres euros y medio sobre la mesa, (hoy no hay propina, por hacerme pasar tanta sed obligándome a comer las patatas solas) y me dispongo a disfrutar de la segunda parte de la salida; Plaza Mayor de Klong – Casa.
    Unos dos mil metros por la ruta larga y divertida; la de las dos rotondas y las cinco curvas en el espacio exterior, y otras tres curvas un bordillo y una rampa, en el interior.

    Allá voy, a disfrutarlo.

    Amador2009-07-13 02:09:13

    #107608
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    Simply delicious!
    just Campari, what else?

    #107609
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    Y lo mas jodido, amigo Amador, es que el Xicu cierra o ha cerrado ya.
    Klong ya no es lo mismo

    Francesc

    Pd\ El centre aún conserva el patio interior??

    #107610
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    quote H2O:

    Simply delicious!just Campari, what else?

    Nada más, nada más… Ni agua.

    #107611
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    quote Francesc:

    Y lo mas jodido, amigo Amador, es que el Xicu cierra o ha cerrado ya.
    Klong ya no es lo mismo    
     
    Francesc
     
    Pd\ El centre aún conserva el patio interior??

    El Xicu se ha reconvertido en el “aviari” de día.

    Y el Centre, Francesc, no solo conserva el patio interior, si no que nos permite utilizarlo en las mágicas noches jabalinianas de Klong. Esperamos (y deseamos) verte (veros) algunas de ellas.

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