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16/12/2008 a las 23:51 #75922AnónimoInvitado
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CUENTO DE NAVIDAD
Sin poderse explicar el porqué, el señor de la blanca barba y gafas de pasta al acercarse la Navidad sintiose poseído por una irrefrenable invasión de sensatez que anteponiéndose a su congénita y escasa capacidad cognitiva lo hizo sabio y sensato.
Con cara de melocotón abobado, dulce voz y mejores maneras dictaminó que toda la estrategia seguida hasta el momento debía ser abandonada de inmediato y substituida por una que en lugar de tener por objetivo real la máxima recaudación posible con el mínimo costo y a toda costa, persiguiera, por contra, reducir los accidentes, facilitar la circulación, ayudar a los usuarios y favorecer a las gentes a las que se debía y de las que vivía.
Dispuso pues:
Redistribuir los radares de manera que fueren situados a donde el peligro de la vía o las condiciones de esta y sus aledaños lo hicieran necesario por el bien y la seguridad de los conductores.
En autopistas y autovías y carreteras, limitó las velocidades a las lógicas y sensatas en los lugares lógicos y sensatos; antes de los peajes, y en los accesos de incorporación o abandono conflictivos.
En las ciudades y pueblos la adecuó a los aledaños: una general y adecuada y otras en función del lugar; colegios, grandes aglomeraciones, etc…
Rebajó hasta mínimos las multas por tonterías absurdas e incrementó fuertemente las destinadas a actos de verdadero peligro: tasas de alcohol peligrosas, tasas de estupefacientes arriesgadas, velocidades realmente inadecuadas, etc.
Decidió que la calle es de todos y cobrar varias veces por ello es de ladrones, de manera que los parquímetros redujeron por diez su tarifa.
Hizo desmontar todos los guardarrailes metálicos y los muros divisorios de hormigón y los hizo sustituir por otros de modernos polímeros, dulces de tacto y absorbentes de los impactos.
Fundió postes, portales, señales y farolas de metal y en su lugar colocó otros de dúctil caucho.
Hizo esnifarse todas las “rayas” horizontales a sus subordinados y las almas de Boticheli, Picasso y Doménikos Theotokópoulos, le pintaron otras al “fresco” –como papel de lija- (hay que decir que las pintadas por este último le quedaron un poco alargadas).
Estableció un protocolo de obligado cumplimiento para todos los agentes de tráfico, de modo que ninguno volvió a pensar jamás en pasarse, por sus pelotas, con los conductores.
A un tal Alemany, lo metió en la cárcel, por chorizo.
Y en fin creó un buen rollo tal que la administración a pesar de quedarse sin fondos por causa de las sanciones tuvo que callarse ya que las gentes, por puro agradecimiento, se aplicaron en extremar la sensatez al límite de reducir drásticamente la accidentalidad. Y con su conducta hicieron “visibles” a los redomados y realmente incívicos.
El país se convirtió en el ejemplo mundial a seguir:
El de mayor fluidez y velocidad media del mundo
El de menor accidentalidad del mundo
El de menor número de sanciones
Y el de mayor cuantía –con diferencia- de las mismas.
Pero amigos esto es un cuento de Navidad, como la Navidad misma.
Amador2008-12-17 00:54:29
16/12/2008 a las 23:54 #103145AnónimoInactivo- Debates: 47
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Odio la navidad…
Felices fiestas a todos.
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