Buenas:

Una vez vencidas mi timidez y vergüenza características, que ya conocéis, quisiera hacer un panegírico, vaya palabro, de la moto.
Panegírico viene del latín panegyrîcus, terminado en cus, como cucscus y éste a su vez del griego panegíricos, con c de cubata y no en K de “kiyoooo”., y que significa perteneciente o relativo a la oración o discurso de loa que se pronuncia en alabanza de alguien.
En alabanza de alguien y no de algo, como es un objeto, “usease” la moto.
Y entonces me digo. Si quiero a mi moto tanto como a mi mujer, y mi mujer es alguien, la moto es alguien. Como en matemáticas: a=b, b=c, luego a=c. Es que soy de Ciencias y ya se sabe, la cabra tira al monte.

La moto, ese vehiculo grácil, de dos ruedas, con motor, asiento, luces y frenos, que nos permite disfrutar de unas sensaciones viajando que no nos permite el coche, o el autocar, ni siquiera el avión. Esto es, disfrutar con la amplitud de visión que se tiene al viajar, la sensación de libertad, y el poder oler la naturaleza en toda su intensidad, como por ejemplo, cuando pasas junto a una granja de vacas y hueles ese estiércol fresco, recién salido del cuerpo de esos hermosos animales, y que es como Chanel nº5.

O el oler la tierra mojada tras un tormentón que te ha dejado como un calamar, chorreando y con los bajos húmedos.

O cuando te llegan esas las ráfagas de viento, llámese cierzo, tramontana, levante, o la madre que lo parió, que hacen que la moto se mueva mas que el culo de una brasileña en el carnaval de Rio, pero que te permite comprobar lo bonito y rítmico que es el giro de las palas de los molinos aerogeneradores, produciendo energía limpia.

Y que decir de esos radares y policías de tráfico, que son la alegría de la huerta y de nuestras carreteras, que velan por nuestra seguridad y por nuestra cartera, con los Navarro I, el Incompetente, y Saura II, el Inútil, al frente, ambos cabestros de la ganadería de Tráfico.

O como en la Nacional, que llegas a la gasolinera y hay 27 motos delante esperando cargar gasolina. Y al fin cuando te toca, mientras se llena el depósito, notas que tu vejiga ya tiene el depósito lleno. Pagas, sacas la moto, la aparcas, y cuando vas al baño, eso si, moviéndote suavemente pues la vejiga está a reventar, tienes 10 vejigas delante, y tanta gente a tu alrededor que no puedes escabullirte e ir a mear a la pared de enfrente junto al surtidor de aire, sin que te vean.

Y cuando al fin estas dentro del baño, la cremallera del pantalón de ese traje BMW de 1000 Euros no quiere bajar, pero el pis si quiere salir, y lo intentas, y el pis también, al fin bajas la cremallera, apartas el forro interior del pantalón, te encuentras con el Confortem que te has puesto, pues te habían dicho que iba a hacer frío, y llegas a los calzoncillos, y mira por donde, hoy te ha dado por ponerte los que tienen botón en la bragueta y tu no atinas a aflojarlo, y el pis sigue queriendo salir, y cuando por fin llegas al destino, ¡Sorpresaaa!, No está. Se ha ido.
La buscas y no está, pero el pis si esta ahí empujando como un loco por salir. Podrías ir tranquilamente al baño de señoras. No sobresale nada.
Pero tras unos momentos de desespero, tachiiin, ahí está, toda chiquitita y arrugadita, junto a los bemoles.

Vacías la vejiga y empieza el alivio. El líquido, en un 90%, cae dentro de la taza, el resto para riego. Tras las sacudidas de rigor, y siempre en numero menor o igual a tres, pues si das mas de tres sacudidas eso ya es empezar otra cosa, la colocas en su sitio, dentro de los calzoncillos, sin abrochar el botón, subes el Confortem, colocas el forro interior del pantalón y ¡Sorpresaaa!. Ahora la cremallera del pantalón de ese traje BMW de 1000 Euros no quiere subir. Tu jurando en Hebreo y los de afuera golpeando la puerta y jurando en Arameo, pero sí, sube y sales. Las miradas de los que están esperando son como puñales.
Y oyes por lo bajini. “Tenía que ser él”, “Y luego es de los que protestan”, y la mas hiriente, “ni sabe ir en moto ni sabe mear”. En fin.

También tiene algo sexual, la moto me refiero.

Esos días que salimos del punto de encuentro, escopeteados, como si fuese un Gran Premio, al grito de, “tonto el culo el último”, dando gas como locos al ritmo de:
(Con música de Mecano de la canción “Maquillaje”)
“curva siii, curva no,
que bien se va, que bueno soy,
curva siii, curva no,
voy dando gas, mira que bien,”
y al parar para el cafetito la parienta está medio mareada, tiene el rimel corrido de llorar, o bien por la mala leche que lleva encima, o por el aire que le entra por el casco, y que no ha podido arreglar porque iba cogida a la moto como si la hubieran pegado con Locktite.
Pero tu, no obstante, estas diciéndote, “aunque esta noche no moje, ¡que gozada!”.

Pero no todo es malo. Hay cosas buenas, muy buenas en el salir en moto, como es compartir una salida con los amigos como puede ser una Nacional. Estar con gente que tiene tus mismas inquietudes por conocer lugares que no sabías que existían, rutas que no están en la guía CAMPSA, y charlar, ellas de lo que ni se sabe, ropa, peinados, niños, vecinas, cuñadas, etc., y ellos, a que no sabéis de que hablan ellos, ¡de motos! si, de motos, que originales, “probeticos” y luego esta el comer, comer como si el mundo se acabase mañana.
Son estas cosas y estos amigos los que te hacen ver que salir en moto es una maravilla.

Gracias por vuestra atención.

Cesc.