Esto impresiona, sientes palpitar las sienes y oyes tus própios latidos como si tuvieras el corazón sobre la cabeza.
Pasearse por todas estas salas en las que aún resuenan las frases más antiguas de los que en ellas nos han hablado es toda una experiéncia iniciática. Tus própios pasos parecen seguir el ritmo letánico y cadencioso de aquellas que, en su día, fueron las más resolutivas, las que se apoderaron del centro de la sala y consiguieron hacen converger hacia ellas los oidos, sorprendidos, aquiescentes o discrepantes, de los que por allí andaban, y aún de los que más tarde llegarian.
Cada frontispicio que atravieses te sumergirá en el mundo de los dichos hechos que habitan la cámara a la te da acceso.
De verdad, por muy imponente que te pueda parecer deambular por aquí a la hora de los sueños, cuando ya nadie comparte contigo el aire, es, de todas todas, recomendable.Verás, por dura que tengas la piel y tozuda la convicción , como imperceptiblemente, hacerlo, alienta a la reflexión, empuja al sosiego, aclara el entendimiento y propicia la más serena y cristalina de las conclusiones, esa que por ser primigenia y vestal no querrás compartir.