Resulta curioso que nuestros gobernantes y sus secuaces emulen las técnicas, modos y pormenores de una tradición tan antigua como romántica, eso sí, pervirtiendo y emponzoñando sus principios y reglas morales.

Ya Tito Livio en una misiva a Cicerón hace alusión a Sierra Morena como un lugar donde abundan los bandoleros y salteadores.
Más tarde en Escocia e Inglaterra se hicieron famosos los llamados highwaymen, encarnados en figuras legendarias como Dick Turpin o John Nevison.

Francia no escapó a la labor de estos personajes y en este caso los llamados brigants como Louis Dominique Bourguignon, “Cartouche”, famoso en el siglo XVIII, o Claude Duval, dieron mucho que correr a poderosos y potentados.
En fin, Italia con Marco Sciarra o Fra Diavol, e incluso el mundo musulmán con personajes como Ibn Hamdum, también los padecieron.

Pero es aquí en la piel de toro donde la tradición se ha mantenido hasta nuestros días, hasta hoy mismo, y parece que va para largo. Aparte de lo ya mencionado sobre la época de dominio romano, los salteadores –curioso nombre provinente de saltus, bosque en latín- se han prodigado a lo largo de los tiempos; Lucas de Burgos, Testa de Ferro, Perot Rocaguinarda, ya en XVIII, Joan de Serrallonga, los hermanos Juanillones, Roque Amador, Luis Candelas “El Madrileño”, El Pernales, muchos otros más o menos famosos,y llegamos hasta el que se consideraba el último, Juán José Mingolla “Pasos Largos”, que murió el 18 de marzo de 1.934, justo poco antes de que naciera el que más tarde sería su sucesor.

No debemos dejar de mencionar a aquellos personajes de ficción que inspirados en el mundo real popularizaron sus “hazañas”, como Robin Hood, Roque Guinard –personaje del Quijote-, o el mismísimo Curro Jiménez inspirado en las hazañas de Andrés López, el barquero de Cantillana, y que seguro recordamos por la famosa serie de TVE del año 76.

No os quiero cansar más con tanto dato y presunta erudición; simplemente que hasta hace poco la figura del bandolero, del salteador, se me antojaba romántica, simpática y rodeada de un cierto halo de mito, de algo noble en su mismo fin.
Robaban a los ricos y poderosos para dárselo a los pobres y desheredados, vivían libres de encadenamientos socio-burgueses en el monte, en la sierra. Hasta sus nombres y motes suenan novelescos, grandilocuentes.
Pues bien, se acabó, con el bandolerismo moderno, actual, se acabó para siempre esa percepción.

Ya no roban a los poderosos, para compensar a los sufridos ciudadanos honestos, ya no exponen su propio pellejo al hacerlo, sus nombres carecen de carisma y no evocan aventuras y causas nobles, sus armas, por supuesto, no son ni trabucos, ni facas, ni pistolas de pedernal, ni cimitarras.

Y el peor de todos, aquel que llegó para suceder a Pasos Largos, es el que más grima me da. Justo acaba de poner en marcha una nueva batería de armas con la ladina intención de robarnos la bolsa para comprar más armas para seguir robándonos la bolsa una y otra vez.
Se ampara en la legalidad, se llama Pere Navarro –vaya encanto de nombre-, tiene cara de nadie, y carece de sesos, eso sí, la barba, de una semana, que en la Sierra, ya se sabe, faltan comodidades.

Pues bien a lo que iba, que me ha podido el vicio –de escribir-, tengo para todo aquel que esté interesado una relación actualizada de TODOS los rádares del país, y una fotos de la apariencia y “virtudes” de los nuevos modelos instalados ya con total alevosía y nocturnidad. Los puedo pasar por e-mail.

Un saludo y disculpas por lo pesado.Amador2008-01-16 23:53:44