Almuerzo Navillero III
17 octubre 2026
Gratuito
La zona de Gredos es uno de los mejores destinos para disfrutar en moto. Sus buenas carreteras, la abundancia de servicios y unos paisajes inconfundibles —donde las montañas se mezclan con pinos y encinas, tan distintos de los de otras cordilleras— convierten cada kilómetro en una experiencia especial.
En nuestro caso, el punto de encuentro tradicional para los Almuerzos Navilleros ha sido, y seguirá siendo, Villacastín. Desde allí accedemos por la zona de Aldeavieja para ascender el puerto de la Cruz de Hierro. Aunque se trata de una carretera estrecha y sin protecciones laterales, no debe engañar: no es un mal puerto. Al contrario, es un tramo divertido y entretenido, ideal para una conducción relajada y con el premio final de unas excelentes vistas al coronarlo.
El siguiente puerto en la ruta es el de La Lancha, un ascenso largo y con características similares al de la Cruz de Hierro. Son puertos con poco tráfico, que exigen cierta atención y algo de trabajo al manillar, pero que permiten disfrutar más de la carretera que de la máquina.

Al llegar a la zona de Navalperal de Pinares, la carretera gana en calidad: mejor firme, mayor anchura y una dotación más completa (aunque la anterior tampoco es mala; simplemente es más estrecha y con protecciones escasas). Como detalle curioso, en este tramo aparecen señales que advierten de la presencia de motoristas, algo poco habitual en otras zonas.
A partir de aquí, los puertos y trayectos se vuelven mucho más rápidos. Buena anchura, curvas limpias y un agarre excelente. Son esos tramos en los que debes escuchar a la máquina, sentir cómo te habla, pero sin perder un segundo de atención en la carretera.
En todo viaje en moto hay distintos momentos, y este es el de disfrutar. La navegación pasa a un segundo plano; la pelea con el asfalto rugoso o la carretera estrecha queda atrás. Ahora solo toca dibujar buenas curvas y, de vez en cuando, regalarse una mirada al paisaje. Llegaremos hasta El Hoyo de Pinares y, desde allí, en pocos kilómetros, entraremos en la provincia de Madrid. Pero antes haremos la parada tradicional junto a la antena de espacio profundo que la Agencia Espacial Europea (ESA) tiene cerca de Cebreros…


El museo es pequeño, sí, pero tiene más alma que muchas concentraciones moteras. Nació de la idea y el empeño de Ángel Bravo Hernández, que se lo curró de forma totalmente altruista, con el apoyo del humilde Ayuntamiento de Navas del Rey y las aportaciones de los propios guardias civiles. Vamos, que esto no es un proyecto de laboratorio: aquí todo huele a gasolina humana, trabajo y pasión por contar la historia del cuerpo tal como es.
El tinglado ocupa dos salas: discretas, sencillas y con ese encanto de las cosas hechas con ganas. Allí se intenta mostrar qué ha sido —y qué es— ser guardia civil, tanto desde el lado institucional como desde el lado más humano. La visita es guiada y gratuita.
Durante la visita un guía nos llevará por los distintos rincones explicándonos uniformes, herramientas y objetos históricos. Todo edulcorado con anécdotas, curiosidades y momentos que te arrancarán una sonrisa incluso si lo más parecido a un uniforme que has llevado es el traje de la moto.
Hay varias zonas y cada una te transmite una vibración distinta. Algunas son puro museo, otras tiran a lo costumbrista y otras directamente te remueven por dentro… casi como cuando ves el helicóptero de Tráfico sobrevolar tu cabeza 😉
Cada pieza está cuidada con un mimo que ya quisieran muchos talleres, y se nota la pasión en cada rincón. Teniendo todo esto en cuenta, el resultado es más que bueno… y seguro que a más de uno se le cae algún mito por el camino.





